El artículo publicado por Thiago Ferrer en la Sección de Vida Sostenible de El Pais, informa sobre la deforestación como uno de los grandes problemas medioambientales globales. Pero cada vez hay más iniciativas que abogan por un uso sostenible de los bosques, capaz de reducir e incluso revertir esta tendencia. Y cada vez más consumidores tienen en cuenta estas iniciativas a la hora de comprar muebles y suelos de madera.
Los bosques son recursos naturales de valor incalculable. Pero para mantener un bosque vivo, en la mayor parte del mundo, hace falta la ayuda delos que viven en y de él. “Si el bosque no le sirve a sus propietarios para poder vivir, acabarán deforestándolo para otros usos”, advierte Gonzalo Anguita. La crisis, afirma, ha hecho caer la importación de maderas tropicales en Europa, por lo que entre las comunidades madereras aumenta la tentación de talar el bosque y dedicarlo a cultivos. “Hay que consumir madera”, apunta,“pero hay que hacerlo de forma responsable”.
En 2013, entró en vigor el Reglamento Europeo de la Madera, que prohíbe la venta de madera “aprovechada ilegalmente” y obliga a los fabricantes y vendedores a ser “debidamente diligentes” para asegurarse de que lo que compran no procede de explotaciones ilegales. Pero aún falta legislación que sancione a los que incumplan la ley.Que no sea ilegal no significa que sea ecológica. Pero el consumidor no está desamparado. “Existen mecanismos de certificación que acreditan ese origen sostenible de la madera”, “Es decir, que la madera procede de bosques en los que los árboles se talan, plantan y cuidan adecuadamente para optimizar el impacto ambiental”.
Desde el principio FSC se ha querido erigir como el único sistema fiable. Los criterios de FSC son más exigentes que los de PEFC, pero la primera organización tiene una etiqueta intermedia, la llamada madera controlada, que permite usar productos de fuentes “aceptables”.El sector del mueble español, “como el del resto del sur de Europa”,todavía va muy “a remolque” comparado con el norte del continente, más concienciado ecológicamente. “De hecho, muchas empresas españolas han decidido certificar su producción para poder exportar”.
La trazabilidad de la madera, es decir, saber la procedencia de cada pieza de cada mueble, sigue siendo lo más complicado de controlar. Especialmente con las maderas tropicales, como la teca, que no se producen en la UE y, se utilizan,sobre todo, para mobiliario de exterior. “El principal foco de riesgo son los muebles de jardín”, apunta Alberto Romero de AEIM. “El problema es que en la etiqueta viene el lugar de la fabricación, no el del origen de la madera. Una mesa de madera noble puede estar etiquetada como fabricada en Vietnam, por ejemplo, pero no sabes de dónde se han talado los árboles. Ahí aún queda mucho por recorrer”.Ya existen bosques tropicales certificados, pero eso, afirma Romero, se nota en el coste. “Entre un 20 y un 25% más que el precio normal”, calcula.Para las maderas normales, la diferencia es muchísimo menor. “Los costes de certificación y de implantación de la cadena de custodia no suponen un plus gravoso para el distribuidor”, señala Carrillo de AIDIMA. “No tiene por qué ser más caro”. Pero el consumidor se lleva algo más que un mueble. En palabras de Gonzalo Anguita, “hay que valorar el servicio al ecosistema de ese bosque. El 20% de la huella de carbono viene de la deforestación. Los bosques tienen una importancia decisiva en el ciclo del agua y para mantener la biodiversidad. Esun valor que, en definitiva, se pierde si los destruimos”.